El embarazo no es un estado de enfermedad. Es un estado fisiológico en el que el cuerpo de la mujer sufre algunos cambios físicos, metabólicos y hormonales.
El feto es muy sensible a ciertos problemas de salud de la madre, y también a la exposición a determinados agentes externos.
La radiación, las infecciones por virus o bacterias, sustancias químicas, o incluso los medicamentos pueden alterar su desarrollo y crecimiento en diferentes fases del embarazo.
Se conoce desde hace décadas el efecto nocivo de ciertos medicamentos para el feto. En el pasado, por desconocimiento se administraba a las embarazadas medicación, y se observaba un aumento de las malformaciones o del número de abortos en esos casos.
Hoy en día, las sociedades científicas y médicas como la Food and Drug Administration (FDA) vigilan e investigan para establecer el riesgo y evitar el uso de ciertos medicamentos en ciertas circunstancias como el embarazo.
La FDA, en base al conocimiento actual, clasifica los medicamentos según su riesgo durante el embarazo, en 5 categorías:
– Categoría A
Cuando existen estudios previos en mujeres embarazadas y no se encontró un riesgo asociado en el primer trimestre del embarazo.
Están recomendados en el embarazo.
– Categoría B
Cuando no hay estudios controlados en mujeres, pero sí con especies animales, y no revelaron riesgo asociado.
Está permitido su uso en el embarazo.
– Categoría C
Cuando no hay estudios controlados en mujeres, y los estudios con especies animales sí revelaron un riesgo asociado.
El médico decidirá su idoneidad, y la necesidad de tratamiento. Se deben evitar si es posible.
– Categoría D
Cuando existe evidencia anterior de daños en fetos humanos. Suelen detectarse cuando se comercializa un medicamento.
Se pueden usar en casos de gravedad o de peligro grave para la salud de la madre. Sólo en esos casos los riesgos superan a los beneficios. Se desaconseja su uso en general durante el embarazo.
– Categoría X
Cuando hay estudios que demuestran ese daño fetal, en humanos o en animales. El riesgo pesa mucho más que el posible beneficio, y no se acepta su uso médico.
Están contraindicados en el embarazo. No se deben tomar.
Los fabricantes de medicamentos suelen incluir este tipo de recomendaciones en la ficha técnica. Pero a veces es la combinación de varios medicamentos lo que puede provocar un efecto indeseado.
Cuando un especialista receta un tratamiento, ya lo ha razonado y ha valorado el riesgo. Una embarazada debe pensar que hay muchos medicamentos que puede tomar si tiene un problema (antibióticos, analgésicos, etc.). Pero debe preguntar a un médico qué medicamentos son adecuados en cada caso.
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